viernes, 8 de octubre de 2010

EL PUNTO DE PARTIDA...

“El papel de un intelectual no consiste en decir a los demás qué han de hacer. ¿Con qué derecho lo haría? Acordémonos de todas las profecías, promesas, mandatos imperativos y programas que los intelectuales han podido formular en el curso de los dos últimos siglos cuyos efectos se han visto ahora. El trabajo de un intelectual no es modelar la voluntad política de los otros, es, por los análisis que lleva a cabo en sus dominios, volver a interrogar las evidencias y los postulados, sacudir los hábitos, las maneras de actuar y de pensar, disipar las familiaridades admitidas, recobrar las medidas de las instituciones y, a partir de esta reproblematización (donde el intelectual desempeña su oficio específico), participar de la formación de una voluntad política (donde ha de desempeñar su papel de ciudadano)”

Foucault, Michel. “El sujeto y el poder”, en Michel Foucault: más allá del estructuralismo y la hermenéutica, por Hubert Dreyfus y Paul Rabinow. (Buenos Aires: Nueva Visión, 2001), p.249