sábado, 18 de diciembre de 2010

¡Loada sea la duda!...

Así comienza un poema de Bertolt Brecht titulado 'Loa a la duda'...
No pretendo hacer aquí una reflexión sobre el poema, muy al contrario, pretendo partir de esa frase, a modo de aforismo, para reflexionar sobre el poder de la duda.
Efectivamente, viene a mi cabeza esa frase no tanto por el contenido del poema, sino como sentencia que sacude mi pensamiento cada vez que me detengo a pensar cómo conocemos y cómo producimos conocimiento.
Estando en la universidad ( ¡alabada sea 'la ciencia'!) y estudiando una titulación de ciencias sociales me doy cuenta de lo difícil que es desprenderse de nuestro sentido común; sentido común que, como me dijo un profesor una vez: " es el mejor repartido de los sentidos;  todo el mundo se queja de vista, de oído, pero de sentido común.... ¡de sentido común todo el mundo cree tener el suficiente!.
Nuestro sentido común construye un tamiz por el cual no 'pasan' ciertas cosas, y nos impide ver más allá de nuestros prejuicios y juicios;  o peor aún, sesga nuestra mirada de tal manera que, a  veces, construimos un conocimiento justificante, experimientamos con la realidad buscando evidencias 'empíricas' que justifiquen nuestro (pre)juicio.
Por eso, creo que el conocimiento más válido y limpio surge del desconocimiento, de la duda, cuando ni siquiera nuestro sentido común es capaz de dar una respuesta provisional a nuestro objeto de investigación.

Como dijo Dante... "No menos que el saber me place el dudar".

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